martes, 26 de noviembre de 2013

Sueño 8

Este sueño lo tuve cuando tenía 11 años. Nunca lo pude olvidar.

Era de noche y había una reunión en el colegio. Fui con mi mamá, y teníamos que cruzar la calle. Mi mamá andaba con su pijama turquesa y yo iba agarrada a su mano. Vimos que no venía ningún carro e íbamos a cruzar, pero yo no crucé y mi mamá se volteó a verme… ¡cuando vi que venía un carro a toda velocidad!  

Le grité “¡Mami!”, pero fue demasiado tarde, pues la había arrollado.

Llegué a casa a sabiendas que mi mamá estaba muerta y no podía dejar de llorar. Mi papá estaba solo en su cama y no quería hablar con nadie. Entré a mi cuarto y estaba oscuro y mis hermanas no estaban. Cerré la puerta y me dispuse a seguir llorando, pues sentía que mi mamá había muerto por mi culpa cuando de repente empezó a llover dentro del cuarto. No entendía nada y tocaron a mi puerta. Era raro porque la puerta a pesar de estar cerrada, no tenía seguro, y mi papá nunca tocaba la puerta así que fui a abrir… ¡era mi mamá!

-¡Mami!- exclamé. La vi  bien y no tenía pies. Era su alma.

No me habló, sino que empezó a retroceder y yo iba embobada tras ella. Primero yo iba caminando, pero vi que se alejaba cada vez más rápido y comencé a correr sin dejar de gritarle que no se vaya.

Le grité a mi papá que salga rápido de su cuarto que mi mamá había vuelto, pero él me respondía “¿qué?”. Como vi que mi mamá se alejaba más y más, no me importó que mi papá no saliera a tiempo, y decidí correr tras el espíritu de mi madre.

Salí de la casa y sólo la veía a ella cómo se iba cada vez más. Iba gritándole que se quede, que no se vaya tan rápido que había sido mi culpa, pero ella seguía retrocediendo.

De pronto vi que me acercaba cada vez más a mi mamá. Se había quedado al fin quieta debajo de un árbol en un lugar que nunca había visto, pero era muy calmado y con mucho pasto y flores.

Me acerqué a ella y la iba a tocar, pero ella me dijo “no” con la cabeza.

-Vine a despedirme… ya es hora de que me vaya.

Le grité que no se vaya de muchas maneras, traté de alcanzarla, pero se había elevado bastante y me miraba en lo que se iba para el cielo. Me quedé arrodillada llorándole y suplicándole que vuelva…

Aparecí de nuevo en mi casa y ahí estaba mi papá. Le expliqué que mi mami había venido y que la había perseguido para que vuelva y me puse a llorar de nuevo. Mi papá sólo me abrazó mientras yo seguía sollozando.


Me desperté llorando… y fui al cuarto de mi mamá y ahí estaba ella en su cama con el mismo pijama turquesa con la que había muerto en mi sueño.


domingo, 3 de noviembre de 2013

Sueño 7


Hace mucho que no subía nada, y éste es uno de los sueños más feos que experimenté y fue muy gráfico. Espero que con mi pobre descripción entienda cómo fue el asunto. Igual es un sueño, todo sucede alrededor de un minuto.



Había un grupo grande de jóvenes.  Entre ellos yo y mi amiga E. Nos separamos de donde realmente teníamos que estar para llegar a un lugar adentrado en algo similar a un bosque. Estaba un chico delante de unas grandes puertas que vimos estaban abiertas. Entramos y él, que al parecer era un guardián, no opuso resistencia ni nada.
Dentro, el lugar era tétrico. Sentí una mala vibra desde el inicio, pero fui arrastrada por la euforia de todos al haber entrado en un “lugar prohibido”.

El cuadro era el siguiente. Había un trecho de tierra que estaba sólo en el lado izquierdo de todo el lugar, lleno de árboles y todo el borde era lodo. Tenía ramas y hojas muertas en todo el tramo de tierra. De ahí todo era agua. Parecía un río y el agua era turbia.

Yo iba pasando por el lado donde había tierra, pero todo el grupo comenzó a lanzarse al agua y a hacer bulla. Mi amiga E. me incitaba a lo mismo desde el agua, pero simplemente le gritaba que no sabía nadar, que el tirarme al agua iba a ser imposible.

El tramo de tierra, ahora era más lodo y más espeso. Ya me estaba costando más el caminar por ahí, y veía cómo todos se adelantaban mucho más rápido a través del agua. Llegué a un punto donde no había ningún árbol tapándome y vi que no muy lejos, el agua y el tramo de tierra terminaban y daban paso a una caseta hecha de ladrillos y pintada de blanco. No tenía puertas y en el momento en que entrabas ahí tenías que tomar el camino de la derecha, por lo que no se veía qué había dentro.

Todo el grupo ya había llegado a la caseta y yo seguía luchando contra el espeso lodazal. Pronto escuché pasos que venían detrás de mí y muy rápido, algo que creí imposible ya que el lodo era muy espeso como para eso. Tuve un mal presentimiento y no quería voltear a ver. Sólo trataba de caminar más rápido y llegar con todos a la caseta, cuando un ruido desgarrador me asustó y sólo pude sujetarme de un árbol cercano.
Era un caballo relinchando.

Pero lo hacía como si lo estuvieran masacrando. Todo lo sentí justo detrás de mí, pero el miedo no cesó hasta que el caballo se calló. Fue ahí cuando me volteé y fue un susto peor que el anterior.
Estaba el cuerpo del caballo sin cabeza colgando de un árbol antes del que yo estaba agarrada y la sangre que caía del cuerpo del animal era demasiada que se regó hasta el río y éste comenzó a turbiarse.

Nada había cesado y fue cuando escuché los gritos provenientes de la caseta. Gritos tan desgarradores como el que había escuchado anteriormente del caballo.

Me dio miedo, y comencé a retroceder, pasando con cuidado por el cuerpo muerto del caballo.
Quería salir de ese lugar, sólo así podría pensar bien cómo resolvería las cosas y cuando vi a lo lejos que el anterior mencionado guardián estaba cerrando las puertas grandes por donde habíamos entrado.

Me invadió el miedo y la desesperación. Empecé a correr mientras le gritaba que no cierre la puerta. Él me escuchaba, pero hacía oídos sordos a mis plegarias y llegué antes que cierre la segunda puerta en su totalidad.

“¡No cierres la puerta! ¡Aún están ahí dentro!”

El chico me miró y su expresión fue una indicándome que él no se quedaría a ayudarme. Botó el gran candado con el que iba a cerrar la puerta y salió corriendo.

Yo me quedé sin saber qué hacer frente a la gran puerta tan solo escuchando los gritos de las personas que seguían dentro.

Me desperté.