martes, 26 de noviembre de 2013

Sueño 8

Este sueño lo tuve cuando tenía 11 años. Nunca lo pude olvidar.

Era de noche y había una reunión en el colegio. Fui con mi mamá, y teníamos que cruzar la calle. Mi mamá andaba con su pijama turquesa y yo iba agarrada a su mano. Vimos que no venía ningún carro e íbamos a cruzar, pero yo no crucé y mi mamá se volteó a verme… ¡cuando vi que venía un carro a toda velocidad!  

Le grité “¡Mami!”, pero fue demasiado tarde, pues la había arrollado.

Llegué a casa a sabiendas que mi mamá estaba muerta y no podía dejar de llorar. Mi papá estaba solo en su cama y no quería hablar con nadie. Entré a mi cuarto y estaba oscuro y mis hermanas no estaban. Cerré la puerta y me dispuse a seguir llorando, pues sentía que mi mamá había muerto por mi culpa cuando de repente empezó a llover dentro del cuarto. No entendía nada y tocaron a mi puerta. Era raro porque la puerta a pesar de estar cerrada, no tenía seguro, y mi papá nunca tocaba la puerta así que fui a abrir… ¡era mi mamá!

-¡Mami!- exclamé. La vi  bien y no tenía pies. Era su alma.

No me habló, sino que empezó a retroceder y yo iba embobada tras ella. Primero yo iba caminando, pero vi que se alejaba cada vez más rápido y comencé a correr sin dejar de gritarle que no se vaya.

Le grité a mi papá que salga rápido de su cuarto que mi mamá había vuelto, pero él me respondía “¿qué?”. Como vi que mi mamá se alejaba más y más, no me importó que mi papá no saliera a tiempo, y decidí correr tras el espíritu de mi madre.

Salí de la casa y sólo la veía a ella cómo se iba cada vez más. Iba gritándole que se quede, que no se vaya tan rápido que había sido mi culpa, pero ella seguía retrocediendo.

De pronto vi que me acercaba cada vez más a mi mamá. Se había quedado al fin quieta debajo de un árbol en un lugar que nunca había visto, pero era muy calmado y con mucho pasto y flores.

Me acerqué a ella y la iba a tocar, pero ella me dijo “no” con la cabeza.

-Vine a despedirme… ya es hora de que me vaya.

Le grité que no se vaya de muchas maneras, traté de alcanzarla, pero se había elevado bastante y me miraba en lo que se iba para el cielo. Me quedé arrodillada llorándole y suplicándole que vuelva…

Aparecí de nuevo en mi casa y ahí estaba mi papá. Le expliqué que mi mami había venido y que la había perseguido para que vuelva y me puse a llorar de nuevo. Mi papá sólo me abrazó mientras yo seguía sollozando.


Me desperté llorando… y fui al cuarto de mi mamá y ahí estaba ella en su cama con el mismo pijama turquesa con la que había muerto en mi sueño.


domingo, 3 de noviembre de 2013

Sueño 7


Hace mucho que no subía nada, y éste es uno de los sueños más feos que experimenté y fue muy gráfico. Espero que con mi pobre descripción entienda cómo fue el asunto. Igual es un sueño, todo sucede alrededor de un minuto.



Había un grupo grande de jóvenes.  Entre ellos yo y mi amiga E. Nos separamos de donde realmente teníamos que estar para llegar a un lugar adentrado en algo similar a un bosque. Estaba un chico delante de unas grandes puertas que vimos estaban abiertas. Entramos y él, que al parecer era un guardián, no opuso resistencia ni nada.
Dentro, el lugar era tétrico. Sentí una mala vibra desde el inicio, pero fui arrastrada por la euforia de todos al haber entrado en un “lugar prohibido”.

El cuadro era el siguiente. Había un trecho de tierra que estaba sólo en el lado izquierdo de todo el lugar, lleno de árboles y todo el borde era lodo. Tenía ramas y hojas muertas en todo el tramo de tierra. De ahí todo era agua. Parecía un río y el agua era turbia.

Yo iba pasando por el lado donde había tierra, pero todo el grupo comenzó a lanzarse al agua y a hacer bulla. Mi amiga E. me incitaba a lo mismo desde el agua, pero simplemente le gritaba que no sabía nadar, que el tirarme al agua iba a ser imposible.

El tramo de tierra, ahora era más lodo y más espeso. Ya me estaba costando más el caminar por ahí, y veía cómo todos se adelantaban mucho más rápido a través del agua. Llegué a un punto donde no había ningún árbol tapándome y vi que no muy lejos, el agua y el tramo de tierra terminaban y daban paso a una caseta hecha de ladrillos y pintada de blanco. No tenía puertas y en el momento en que entrabas ahí tenías que tomar el camino de la derecha, por lo que no se veía qué había dentro.

Todo el grupo ya había llegado a la caseta y yo seguía luchando contra el espeso lodazal. Pronto escuché pasos que venían detrás de mí y muy rápido, algo que creí imposible ya que el lodo era muy espeso como para eso. Tuve un mal presentimiento y no quería voltear a ver. Sólo trataba de caminar más rápido y llegar con todos a la caseta, cuando un ruido desgarrador me asustó y sólo pude sujetarme de un árbol cercano.
Era un caballo relinchando.

Pero lo hacía como si lo estuvieran masacrando. Todo lo sentí justo detrás de mí, pero el miedo no cesó hasta que el caballo se calló. Fue ahí cuando me volteé y fue un susto peor que el anterior.
Estaba el cuerpo del caballo sin cabeza colgando de un árbol antes del que yo estaba agarrada y la sangre que caía del cuerpo del animal era demasiada que se regó hasta el río y éste comenzó a turbiarse.

Nada había cesado y fue cuando escuché los gritos provenientes de la caseta. Gritos tan desgarradores como el que había escuchado anteriormente del caballo.

Me dio miedo, y comencé a retroceder, pasando con cuidado por el cuerpo muerto del caballo.
Quería salir de ese lugar, sólo así podría pensar bien cómo resolvería las cosas y cuando vi a lo lejos que el anterior mencionado guardián estaba cerrando las puertas grandes por donde habíamos entrado.

Me invadió el miedo y la desesperación. Empecé a correr mientras le gritaba que no cierre la puerta. Él me escuchaba, pero hacía oídos sordos a mis plegarias y llegué antes que cierre la segunda puerta en su totalidad.

“¡No cierres la puerta! ¡Aún están ahí dentro!”

El chico me miró y su expresión fue una indicándome que él no se quedaría a ayudarme. Botó el gran candado con el que iba a cerrar la puerta y salió corriendo.

Yo me quedé sin saber qué hacer frente a la gran puerta tan solo escuchando los gritos de las personas que seguían dentro.

Me desperté.

domingo, 23 de junio de 2013

Sueño 6

Uff, estúpido curso intensivo de la U, recién cojo mi pc después de dos semanas.

Aparecimos (era un grupo de personas, pero no conocía a nadie) en unas ruinas hechas de arena. Teníamos un guía que iba hablando de la historia y eso. Al final a cada persona nos entregó algo así como una reliquia. Afirmaba que debíamos saber cuándo usarlas y cómo usarlas, pero no dio más indicaciones.
A mí me llegó un tarrito que por fuera era esos de goma blanca. Sin abrirlo y ver su contenido, a más de una ojeada por fuera, lo guardé y seguimos caminando.

Fuimos así por varias ruinas, pero en vez de darnos más reliquias, nos empezaron a dar llaveros. era extraño, pero la lógica seguía siendo la misma.

"Había que saber en qué momento usarlas".

Al final del recorrido, tenía cinco llaveros, todos con figuras de animales diferentes. No tenían aspecto terrorífico ni mucho menos de ayudar en alguna situación peligrosa. Sin más que decir, los guardé y llegamos a un parque. Era muy grande, pero a la vez era desolado.

Había una cabina dentro del parque con los implementos que tiene un guardia de seguridad. Entramos para descansar del largo viaje, y dejé mis llaveros dentro de un cajón que había debajo de una computadora obsoleta. Fue cuando empezamos a escuchar un ruido fuerte. Todo empezó a temblar y las cosas comenzaron a caerse.

Me levanté y vi por el vidrio que asemejaba a la ventana, y estaba ahí fuera un gorila inmenso.

Caminaba y la tierra temblaba, alardeaba y rompía los tímpanos de los oídos, y lo peor es que venía donde yo estaba.

Todos los que estaban dentro salieron, incluida yo, sin saber qué hacer. El gorila venía justo donde estábamos, y sin recursos optamos por separarnos, con tanta mala suerte que fue persiguiéndome.

Me gritaron "¡los llaveros!" y automáticamente, mientras corría, vi que tenía mi maleta, pero los llaveros los había dejado estúpidamente en la cabina. Abrí la maleta con el gran animal persiguiéndome y vi mi tarrito con aspecto de goma líquida.

De seguro a eso se referían con "usarlo en el momento indicado", le saqué la tapa y me sorprendí al verlo vacío. Metí la mano para ver si sacaba algo, pero no salió nada. No me podía salvar con el tarrito, pero seguí corriendo para que el gran gorila no me atrapara.

Di la vuelta, y las personas que antes habían estado conmigo distrajeron al gorila mientras yo entraba nuevamente a la cabina. Abrí el cajón y ahí estaban mis llaveros, los agarré y...

Eran unos simples llaveros. ¿Qué iban a hacer? ¿Jugar con el gorila mientras escapaba?

Fue peor porque las personas que intentaron ayudarme estaban cediendo con el gorila, y tenía que salir a ayudar, incluso si eso significara la muerte.

Frustrada salí con los llaveros en mano, cuando alguien me habló.

Dijo algo como "tienes que usarnos".

Empezaba a enloquecer, pero vi cómo los llaveros empezaba a moverse solos.

Entendí el valor del tarrito de goma que en realidad era una reliquia, y la saqué y solté el llavero de tigre, convirtiéndose este mismo en un majestuoso tigre que iba a pelear conmigo.

Me desperté.

domingo, 12 de mayo de 2013

Sueño 5


No había subido nada, porque quería llegar a un sueño un poco diferente... y pues lo que soñé hoy, está bastante, ¿Cómo se dice? "Weirdo", pero aunque no lo crean (y si es que alguien me lee) en verdad soñé esto. Está un poco largo, pero todo y cada cosa relatada, la sentí en mi sueño. Sin más...

Sueño # 5

Estaba en el curso del colegio, pero era la Universidad. Tenía una profesora que estaba revisando un cuaderno, que si no lo tenías bien presentado, o de esas cosas que los maestros siempre exigen, te reportaba al centro de la cancha. Me esforcé por presentarlo bien, pero me ponía trabas, a lo que desistí y me salí del curso así no más.

Afuera, me dirigí a la cancha que era donde todos se estaban reuniendo, sin motivo alguno.

Divisé a unos amigos (de los cuales sólo recuerdo la cara de mi prima Comi) y me uní a ellos que al parecer tampoco habían entregado el cuaderno.

Fue cuando la profesora de antes salió a la mitad de la cancha y empezó a crear un vórtice que se tragaba a cada estudiante que estaba caminando o encima de la cancha. Los que estábamos en las gradas, teníamos más oportunidad de salir corriendo, y eso fue lo que hicimos.

La profesora, que ahora sabíamos y catalogábamos como “el diablo” nos vio escapar, y nos empezó a seguir. Se había hecho ya de noche y entre puerta y puerta, divisamos al Dr. Z., me alegré de verlo, siempre nos hemos llevado muy bien, pero cuando logramos llamar su atención, nos dijo que ya no trabajaba en la Facultad. Se viró un poco para vernos mejor y vi que no tenía un brazo, y aparte de eso, lo tenía hinchado como una bola a punto de estallar. Era difícil no fijarse en ello, lo que el Dr. se dio cuenta y nos ahorró la pregunta.
-                                                                            Tengo leucemia.

Fue lo que nos dijo. Sentí ganas de llorar porque no se lo merecía, y dio a entender que todo eso había pasado a raíz de que “el diablo” había llegado a nuestra Facultad.

No nos despedimos de él. Sólo lo hicimos con expresiones y seguimos corriendo, pues el diablo venía tras de nosotros.

Encontramos un carro un poco viejo y nos metimos dentro. Un amigo iba manejando y llegamos después de mucho tiempo a un lugar parecido a la antigua casa de mi abuelito en Data.

Nos bajamos, y creyendo que estábamos a salvo, nos metimos dentro de la casa, que es de dos pisos, y con las escaleras fuera de la casa, todo completamente de madera.

Habían dos chicas, una de ellas mi prima, que cargaban a dos bebés en brazos. Tenían la prioridad, así que ellas se acomodarían primero. Los hombres se quedaron abajo, sacando unas cosas del carro, mientras otras chicas y yo subíamos para arreglar todo.

De un momento a otro, el diablo estaba ahí junto con nosotros, burlándose porque sabía que no podríamos escapar de él.

Con sus poderes abrió un gran ventanal que daba a un balcón y agarró a una de las chicas y la puso ahí. 

Nos amenazaba. Teníamos que hacernos esclavos de él y la salvaría de la caída.

Nadie dijo nada.

Todos nos mantuvimos en tensión por la vida de la chica, pero obviamente al diablo sólo le importaba que nosotros accediéramos.

Se enfureció, y justo debajo de ella, abrió un vórtice, y a punta de una risa maligna, la lanzó ahí dentro, y en pos de apurarnos, agarró a otra para el mismo fin, y fue cuando nos dimos cuenta por qué nos quería tanto de esclavos.

La chica que había agarrado, no venía sola, y en medio del plan del diablo, lanzó descargas eléctricas que nadie se esperaba.

Se soltó y salió corriendo, fue cuando me salí a las escaleras y avisé a los chicos que estaban abajo que se hicieran a un lado.

Estiré mi mano y sentí una gran fuerza que se acercaba a mí, como si fuera algún imán. No sabía qué estaba atrayendo, pero había que dar pelea sí o sí.

De pronto del suelo de la parte de abajo, salió agua. Fue destrozando todo el ´piso por la presión a la que salió.

Toda esa agua que parecía que la estaba trayendo directamente del mar, toda fuerte, en grandes cantidades, era mía. Se mezclaba con las emociones que tenía y metí mi mano dentro de la casa, donde estaba el diablo, y se la eché toda, en su totalidad.

Sentía cómo lo dejaba aturdido por la presión de tanta agua que le caía encima y fue cuando les dije a todos que salieran, que se apresuren para salir de ahí.

Estando yo sola arriba, y con el ataque directo que le dí al diablo, vi que no había sido suficiente. Tenía que sacar tiempo para poder escapar, entonces lo pensé rápidamente, y si podía controlar el agua, podía controlar todos sus estados.

Con la misma mano, en dirección al demonio, hice salir una fuerza que ya no convocaba al agua, sino al hielo, dejando petrificado al diablo entre todo el hielo que pude haber invocado.
Sabía que una capa de hielo no podía detener al ser infernal, pero al menos nos daría algo de ventaja para escapar.

Bajé rápido de ahí, me metí al carro, y salimos. Viajamos bastante, más que la vez anterior y nos agarró la noche. No podíamos hacer más que dormir ahí dentro del carro, y recuerdo que yo dormí con una de las bebés en brazos.

Despertamos al día siguiente, y la bebé quería vomitar… ¿Mal augurio? Yo creo que sí.

Llegamos, después del incidente del vómito, a un pueblito. Nadie sabía dónde estábamos, pero queríamos descansar del viaje tan agobiador que tuvimos.

Apenas salimos del carro, tuvimos un mal presentimiento. Las personas que caminaban alrededor nuestro, comenzaron a congelarse.

El diablo estaba aquí… de nuevo.

Me desperté.

miércoles, 10 de abril de 2013

Sueño 4


Íbamos a hacer una carrera. Tenía a J. encima de un tigre. La llevaba de la mano para que no se caiga, corriendo alado de ella siempre. Estaban más amigos atrás de nosotros corriendo y gritando. Llegábamos casi al final de la peatonal cuando salió una mujer reclamándonos y tratando de agarrarnos. Bajé a J. del tigre, la agarré de la mano y le gritaba que corra, que no mire atrás y no pregunte nada. La mujer seguía atrás de nosotros y nuestros otros amigos no estaban a nuestra vista. Veía la calle con niebla, pero la pude distinguir. Corrí más duro y estaba un camión estacionado. La subí a J. y yo también me subí y le dije al que iba al volante que arranque. Lo hizo y dejamos a la mujer atrás gritando. En el trayecto vi un poco de chicos sentados, los reconocí como mis amigos y les grité que suban al camión. Todos lo hicieron, pero G. se quedaba. La mujer se dio cuenta y la iba a agarrar, la alcanzamos primero a G., la subimos al camión y la mujer esta vez se quedó fuera de nuestra vista.

No sabíamos dónde nos llevaría el camión, pero estábamos seguros ahí. Conversábamos hasta que nos empezamos a dar cuenta que no pasaban carros casi. Estábamos como en una carretera y el camino era de tierra. El carro se movía demasiado como si estuviera en un camino lleno de huecos y nos sosteníamos fuerte para no caernos. Vimos cómo entramos en un pequeño camino que alzó bastante tierra. El carro se estacionó.

Vimos muchas banderas en ese lugar. Eran de color amarillo y verde. Nos quedamos viendo entre todos. Sabíamos que teníamos que bajarnos y correr, pero salieron las personas que iban adelante, tenían uniforme de soldados. Era el ejército.

Rodearon la parte de atrás donde nos encontrábamos y agarraron palos, se veía que no cargaban armas. Nos tenían arrinconados, pero entre ellos que eran unos cuatro soldados, había un espacio considerable. Me arriesgué y salí cayéndome del camión. Afortunadamente caí cerca de un palo de madera grande, lo agarré y esquivé los palazos que me querían dar. Corrí para adelante, venían persiguiéndome y venían lanzándome sus palos de madera. Veía borroso a causa de la tierra que se levantaba. Vi dos carros estacionados adelante.

Era la única salida, corrí hasta el auto y estaba cerrado. Entré en pánico. Tenía pensado agarrar una roca y romper el vidrio, pero me hubieran agarrado mucho antes que lo haga. Me viré y estaba una camioneta parqueada. Le halé la manija y se abrió. Entré y me encerré con seguro. Los soldados llegaron a golpear el carro para hacerme salir, vi la llave prendida y arranqué el carro. Me metí a una carretera en donde al meterme, un carro me pitó muy fuerte.

Me desperté.

domingo, 7 de abril de 2013

Sueño 3


Me encontraba en la Universidad, pero no era tal cual como es. Era mucho más vieja. Estaba con un grupo de personas, al parecer compañeros, y dentro de las aulas, en la planta alta, había bañeras con agua caliente. Como aguas termales más o menos. Nos dispusimos a meternos dentro y cerrar el curso con candado.
También estaban del lado de afuera los chicos que son un año menor a mí en la facultad. Ellos nos hicieron una broma que era derretir el candado y dejar la puerta abierta. Lo consiguieron y se quedaron ahí afuera riéndose.

Estaba enojada. No tenían que haber hecho eso, salí y los amenacé con algo que no recuerdo bien, pero que ellos quedaron callados. Volví a meterme al curso, pero como el candado se había dañado, teníamos la puerta junta nada más. Me metí a la bañera que quedaba casi en la entrada cuando vi que la puerta se abrió un poco y se cerró al mismo tiempo. La quedé viendo e imaginé que podían ser los chicos de tercero que seguían molestando. Me iba a levantar cuando la puerta se abrió bruscamente y entró un chico con algo parecido a un machete en su mano, un abrigo recogido de color plomo, el cabello lacio un poco largo y los ojos desorbitados que me gritaba “¡Tengo que matarte!”.
Grité y grité fuerte. El tipo se abalanzó a la piscina donde yo estaba y todo se oscureció.
Sentí como que la historia no debería de ser así, y reapareció la escena desde donde juntábamos la puerta ya que el candado había sido destruido.

Esta vez yo estaba en la misma piscina tan solo con un perrito. Los compañeros estaban en las otras piscinas.
Vi nuevamente cómo se abría la puerta y se cerraba. Tenía como una corazonada. Abracé a mi perrito (un cachorrito) y nuevamente se abrió de un golpe la puerta. El curso se llenó de gritos, pero más sobresalía el de él. “¡Tengo que matarte!”.

Traté de salir de la piscina, pero resbalé, y el tipo se abalanzó sobre mí queriéndome incrustar el machete, con tanta mala suerte que a quien enterró fue a mi cachorrito. La piscina estaba llena de sangre y yo no paraba de gritar. Logré salir y vi cómo lo destripaba a mi perrito. Lloraba y tenía miedo hasta que vi cómo lo abrió en dos con sus propias manos y me llené de coraje. No importaban los compañeros, el tipo me quería a mí. Aproveché y di las gracias a mi perrito por salvarme y mantenerlo ocupado un rato, entonces salí corriendo, lo fui tumbando para abrirme paso, iba bajando las escaleras en forma de caracol con todo el miedo detrás de mí. No sabía por qué rayos quería matarme, pero me lañaba su cuchilla a cada rato. Las escaleras parecían interminables y sólo me gritaba cosas relacionadas a que tenía que morir. Al fin llegué a la planta de abajo y a las plazoletas donde estaba toda la gente de la facultad conversando en pequeños grupos, como de costumbre. Salí gritando por ayuda y un chico me preguntó que qué me pasaba y le dije que me venía a matar. Alzó la mirada y vio que el tipo venía con el hacha directo a nosotros. Me dijo que agarre algo para cubrirme por si alcanzara a llegarme la cuchilla y eso hice. Encontré una especie de escudo y al momento que lo alcé, el tipo lo destrozó en dos con su machete. Salí corriendo y gritando. Había otro chico que me hizo ver una grada blanca alta. Llegué con él, me ayudó a subir y caí en un espacio angosto sin salida. Si me encontraba, estaba perdida.

Aparecí en un centro comercial. Recordé que tenía que seguir huyendo, pero no veía a nadie perseguirme, sólo gente caminando. Hasta que topé cara a cara con un chico. Este tenía cabello corto y rubio. Traía un machete y me sonrió malévolamente y empezó “Tienes que morir”. Salí otra vez corriendo y gritando por el centro comercial cuando vi que frente a mí venía caminando alguien conocido. ¡Era el tipo que quería asesinarme antes! Pero venía caminando y sin los ojos desorbitados. No sé qué me dio, fue un impulso y corrí donde él. Pensé que entre psicópatas podrían detenerse en su ambición de matarme. Llegué y me escondí tras su espalda suplicándole que me ayude, que venía a matarme. Él vio que el tipo corría hacia donde estábamos, agarró mi mano y salimos corriendo.

Todo terminó cuando me encontraba en una casa, leyendo un mensaje bonito.

Me desperté.


PD: Todo gracias al culto satánico que hubo anoche por mi casa -w- 

sábado, 6 de abril de 2013

Sueño 2


Aparecí de pronto en un lugar amplio lleno de columnas de color plomo y muy altas. No vi el techo, sólo supuse que ahí estaba. Había una señora detrás de mí. Hacía negocios y dos hombres grandes, robustos, vestidos y con gafas de negro, aparentemente su equipo de seguridad, me sostenían. Uno en cada lado.
La mujer llegó al fin de la negociación y prácticamente me arrastraron hasta la salida. Parecía que me había comprado o algo similar. Llegamos a la salida de ese lugar, específicamente en una carretera. Los tipos de seguridad me soltaron, pero se mantenían alado mío.
Vi que a lo lejos se acercaba un camión. No lo pensé tanto y justo unos tres pasos antes que pasara en frente de nosotros, salté a la calle. Rodé hasta el otro lado de modo que el camión no permita a los señores de seguridad que pasen inmediatamente a capturarme de nuevo. Y corrí, corrí demasiado rápido. Escuchaba gritos de la vieja que me había comprado, y eso me motivó a seguir corriendo. No había casi nadie, y eso me irritaba. Hasta que empecé a ver el camino de tierra y un poco de casitas más adelante. Unos señores pasaron y les pregunté si eso era un pueblo y con las justas me dijeron que sí, porque salí corriendo de nuevo. Veía para atrás y me seguían aún.
Entré al pueblo y empecé a meterme entre calles, para desviarlos en cada virada. Se me agotaban las fuerzas y las piernas hasta que vi unas puertas enormes. Lo que parecía ser un garaje. Las puertas se estaban cerrando y alcancé a meterme. Al menos ahí dentro no me encontrarían.
Caminé más calmada y dentro del garaje había una casita. No lo pensé otra vez y me entré. Tenía una puerta muy pobre y con tela metálica. Había una señora dentro que no se asustó al verme. Me ofreció comida y yo se la acepté. Me dijo con señas que me vaya más adentro y llegué a la cocina donde encontré un pequeño niño. No sé quién era, pero me dio un gran alivio verlo. Estaba escondido también y le di mi salchicha que la señora amablemente me había brindado.
Había él también escapado de la señora que me había comprado. Estaba asustado en una esquina y mientras le hablaba de que se quede ahí escondido, alcancé a ver por la ventana cómo los tipos de seguridad entraban al garaje.
Le dije que se cuidara que yo los ahuyentaría y él se quedó mientras yo salí corriendo por una puerta trasera. Iba entre los carros esperando que se apartasen de la entrada por donde había entrado yo. Cuando los vi lo bastante lejos, corrí directo a la salida. Ellos me notaron y empezó de nuevo la persecución. Esta vez ellos empezaron a alcanzarme y vi un carro delante de mí. No tuve más opción y me metí y recordé las clases de mi papá y puse a andar el carro volviendo por donde había venido. Iba a toda velocidad para sacarme a los tipos de encima. Fui tan rápido que no vi una curva que estaba en lo alto. Caí con el carro y todo en una como piscina. Salí nadando a la superficie a respirar y vi unas gradas con muchas personas vestidas de blanco en ellas. Me vieron. Al momento supe que también trabajaban para la señora que me había comprado. Di la vuelta y empecé a nadar para salir de ahí, pero yo no sé nadar… y ellos ya estaban metiéndose al agua.

Me desperté.

Sueño 1


Estaba en el colegio. Era de tarde y encontré a mi hermana. Pipi me decía que tenía que le había tocado vivir algo impactante y además, era mi turno de vivirlo. Le pregunté el porqué y sólo me respondió que tenía que hacer caso a lo que me dijesen. Me pareció un tanto absurdo, pero fue cuando a lo lejos del pasillo vi una figura de un hombre vestido totalmente de negro y viéndome fijamente. Nuestras miradas se cruzaron, pero ninguno la desvió, y, por si fuera poco, me miraba como con odio. Parpadeé y ya no estaba. Genial…
Pasaron unos minutos y estaba con un señor que en mi vida lo había visto, pero trabajaba en el colegio. Me dijo que tenía que ir a la parte de atrás de un salón. Me quedé muda. ¿Por qué tenía que ir? Y sobretodo atrás de un salón donde habían puras rocas arrumadas. Me acordé de mi hermana, y sin refutar nada, fui donde me pidió.
Para mi suerte, aparte de las rocas que había, también estaba un salón que no lo había notado anteriormente. Entré, y para mi sorpresa, estaba mucha gente celebrando lo que podía ser un cumpleaños. Globos, torta, música, lo que hay en una fiesta. Estaba Pipi otra vez, pero esta vez no me recordó nada de nuestra anterior conversación así que lo dejé ir. Llegó el momento de sentarse y repartir la torta. Una señora gorda que tampoco conocía, se me acercó y me dijo algo como “Ahí está. Anda y hazle caso”. Me viré bruscamente para ver de qué me hablaba y todas las personas me quedaron viendo. La señora me sirvió y se fue y nadie hablaba. Iba a comer cuando algo me jaló fuera de la sala. No pude notar nada. Fue como si un remolino de viento me hubiera sacado de ahí. Para cuando abrí los ojos estaba fuera de la sala y oh sorpresa, ya no estaba la fiesta, ni siquiera la misma sala. Sólo las rocas arrumadas.
Me viré y vi al hombre, que ya no era hombre, era un chico vestido de negro el cual noté que casi desaparecía. No me asusté a pesar de que ya me había dado cuenta anteriormente que era un fantasma, un alma como le digo yo.
Me dijo que ya deberían haberme dicho que tenía que hacerle caso. Y asentí. Pero no sabía exactamente de qué me hablaba.
Solo indicó que lo siguiera y sí, no caminaba, él flotaba. Noté que nos fuimos por un camino con bastantes piedras, que al parecer era la parte de más al fondo del colegio. Habían chicas con otros uniformes y había un cerramiento entre todo eso. Era como una oficina con bastantes compuertas por dentro. Tenía esa película negra que recubría el vidrio y estaban trabajando.
Cuando entré, las personas me vieron, pero no al chico que iba conmigo. Él me dijo que teníamos que esperar a que todos se fueran. Y nos quedamos conversando, pero no recuerdo qué le decía. Se oscureció rápido y los trabajadores salieron, pero al momento que ellos salian, el señor que trabajaba en el colegio, al parecer un conserje, entraba y me decía que no podía estar ahí. Inexplicáblemente, el conserje vio al chico y le dijo que se fuera. El chico le dijo que teníamos que hacer algo importante y no recuerdo más. Era de noche y estábamos en esa oficina. Le dije que estaba esperando que me diga qué era lo que debíamos hacer y sólo me decía que espere.
Me fui a una esquina a ver a través del vidrio y a él lo dejé unos metros alejado de mí. Quería irme y no me importaba que me dijera que tenía que hacerle caso. Me descuidé y cuando viré la cara, el tipo se abalanzó contra mí haciéndome caer.
Me desperté.

jueves, 4 de abril de 2013

¡Hola!

Bueno no sé quién lea esto, pero igual debo aclarar de qué va todo esto. Siempre he pensado que los sueños no los soñamos porque fue al azar o porque se le dio la gana al subconsciente. No.
Pienso yo que hay algo allá que no podemos ver, que sólo se expresa a través de los sueños. Quizás no todos lo podemos apreciar así, pero he tenido una serie de sueños que me indican lo contrario. Sin más, subiré unos cuantos que he tenido últimamente.

Kurosagai.