miércoles, 10 de abril de 2013

Sueño 4


Íbamos a hacer una carrera. Tenía a J. encima de un tigre. La llevaba de la mano para que no se caiga, corriendo alado de ella siempre. Estaban más amigos atrás de nosotros corriendo y gritando. Llegábamos casi al final de la peatonal cuando salió una mujer reclamándonos y tratando de agarrarnos. Bajé a J. del tigre, la agarré de la mano y le gritaba que corra, que no mire atrás y no pregunte nada. La mujer seguía atrás de nosotros y nuestros otros amigos no estaban a nuestra vista. Veía la calle con niebla, pero la pude distinguir. Corrí más duro y estaba un camión estacionado. La subí a J. y yo también me subí y le dije al que iba al volante que arranque. Lo hizo y dejamos a la mujer atrás gritando. En el trayecto vi un poco de chicos sentados, los reconocí como mis amigos y les grité que suban al camión. Todos lo hicieron, pero G. se quedaba. La mujer se dio cuenta y la iba a agarrar, la alcanzamos primero a G., la subimos al camión y la mujer esta vez se quedó fuera de nuestra vista.

No sabíamos dónde nos llevaría el camión, pero estábamos seguros ahí. Conversábamos hasta que nos empezamos a dar cuenta que no pasaban carros casi. Estábamos como en una carretera y el camino era de tierra. El carro se movía demasiado como si estuviera en un camino lleno de huecos y nos sosteníamos fuerte para no caernos. Vimos cómo entramos en un pequeño camino que alzó bastante tierra. El carro se estacionó.

Vimos muchas banderas en ese lugar. Eran de color amarillo y verde. Nos quedamos viendo entre todos. Sabíamos que teníamos que bajarnos y correr, pero salieron las personas que iban adelante, tenían uniforme de soldados. Era el ejército.

Rodearon la parte de atrás donde nos encontrábamos y agarraron palos, se veía que no cargaban armas. Nos tenían arrinconados, pero entre ellos que eran unos cuatro soldados, había un espacio considerable. Me arriesgué y salí cayéndome del camión. Afortunadamente caí cerca de un palo de madera grande, lo agarré y esquivé los palazos que me querían dar. Corrí para adelante, venían persiguiéndome y venían lanzándome sus palos de madera. Veía borroso a causa de la tierra que se levantaba. Vi dos carros estacionados adelante.

Era la única salida, corrí hasta el auto y estaba cerrado. Entré en pánico. Tenía pensado agarrar una roca y romper el vidrio, pero me hubieran agarrado mucho antes que lo haga. Me viré y estaba una camioneta parqueada. Le halé la manija y se abrió. Entré y me encerré con seguro. Los soldados llegaron a golpear el carro para hacerme salir, vi la llave prendida y arranqué el carro. Me metí a una carretera en donde al meterme, un carro me pitó muy fuerte.

Me desperté.

domingo, 7 de abril de 2013

Sueño 3


Me encontraba en la Universidad, pero no era tal cual como es. Era mucho más vieja. Estaba con un grupo de personas, al parecer compañeros, y dentro de las aulas, en la planta alta, había bañeras con agua caliente. Como aguas termales más o menos. Nos dispusimos a meternos dentro y cerrar el curso con candado.
También estaban del lado de afuera los chicos que son un año menor a mí en la facultad. Ellos nos hicieron una broma que era derretir el candado y dejar la puerta abierta. Lo consiguieron y se quedaron ahí afuera riéndose.

Estaba enojada. No tenían que haber hecho eso, salí y los amenacé con algo que no recuerdo bien, pero que ellos quedaron callados. Volví a meterme al curso, pero como el candado se había dañado, teníamos la puerta junta nada más. Me metí a la bañera que quedaba casi en la entrada cuando vi que la puerta se abrió un poco y se cerró al mismo tiempo. La quedé viendo e imaginé que podían ser los chicos de tercero que seguían molestando. Me iba a levantar cuando la puerta se abrió bruscamente y entró un chico con algo parecido a un machete en su mano, un abrigo recogido de color plomo, el cabello lacio un poco largo y los ojos desorbitados que me gritaba “¡Tengo que matarte!”.
Grité y grité fuerte. El tipo se abalanzó a la piscina donde yo estaba y todo se oscureció.
Sentí como que la historia no debería de ser así, y reapareció la escena desde donde juntábamos la puerta ya que el candado había sido destruido.

Esta vez yo estaba en la misma piscina tan solo con un perrito. Los compañeros estaban en las otras piscinas.
Vi nuevamente cómo se abría la puerta y se cerraba. Tenía como una corazonada. Abracé a mi perrito (un cachorrito) y nuevamente se abrió de un golpe la puerta. El curso se llenó de gritos, pero más sobresalía el de él. “¡Tengo que matarte!”.

Traté de salir de la piscina, pero resbalé, y el tipo se abalanzó sobre mí queriéndome incrustar el machete, con tanta mala suerte que a quien enterró fue a mi cachorrito. La piscina estaba llena de sangre y yo no paraba de gritar. Logré salir y vi cómo lo destripaba a mi perrito. Lloraba y tenía miedo hasta que vi cómo lo abrió en dos con sus propias manos y me llené de coraje. No importaban los compañeros, el tipo me quería a mí. Aproveché y di las gracias a mi perrito por salvarme y mantenerlo ocupado un rato, entonces salí corriendo, lo fui tumbando para abrirme paso, iba bajando las escaleras en forma de caracol con todo el miedo detrás de mí. No sabía por qué rayos quería matarme, pero me lañaba su cuchilla a cada rato. Las escaleras parecían interminables y sólo me gritaba cosas relacionadas a que tenía que morir. Al fin llegué a la planta de abajo y a las plazoletas donde estaba toda la gente de la facultad conversando en pequeños grupos, como de costumbre. Salí gritando por ayuda y un chico me preguntó que qué me pasaba y le dije que me venía a matar. Alzó la mirada y vio que el tipo venía con el hacha directo a nosotros. Me dijo que agarre algo para cubrirme por si alcanzara a llegarme la cuchilla y eso hice. Encontré una especie de escudo y al momento que lo alcé, el tipo lo destrozó en dos con su machete. Salí corriendo y gritando. Había otro chico que me hizo ver una grada blanca alta. Llegué con él, me ayudó a subir y caí en un espacio angosto sin salida. Si me encontraba, estaba perdida.

Aparecí en un centro comercial. Recordé que tenía que seguir huyendo, pero no veía a nadie perseguirme, sólo gente caminando. Hasta que topé cara a cara con un chico. Este tenía cabello corto y rubio. Traía un machete y me sonrió malévolamente y empezó “Tienes que morir”. Salí otra vez corriendo y gritando por el centro comercial cuando vi que frente a mí venía caminando alguien conocido. ¡Era el tipo que quería asesinarme antes! Pero venía caminando y sin los ojos desorbitados. No sé qué me dio, fue un impulso y corrí donde él. Pensé que entre psicópatas podrían detenerse en su ambición de matarme. Llegué y me escondí tras su espalda suplicándole que me ayude, que venía a matarme. Él vio que el tipo corría hacia donde estábamos, agarró mi mano y salimos corriendo.

Todo terminó cuando me encontraba en una casa, leyendo un mensaje bonito.

Me desperté.


PD: Todo gracias al culto satánico que hubo anoche por mi casa -w- 

sábado, 6 de abril de 2013

Sueño 2


Aparecí de pronto en un lugar amplio lleno de columnas de color plomo y muy altas. No vi el techo, sólo supuse que ahí estaba. Había una señora detrás de mí. Hacía negocios y dos hombres grandes, robustos, vestidos y con gafas de negro, aparentemente su equipo de seguridad, me sostenían. Uno en cada lado.
La mujer llegó al fin de la negociación y prácticamente me arrastraron hasta la salida. Parecía que me había comprado o algo similar. Llegamos a la salida de ese lugar, específicamente en una carretera. Los tipos de seguridad me soltaron, pero se mantenían alado mío.
Vi que a lo lejos se acercaba un camión. No lo pensé tanto y justo unos tres pasos antes que pasara en frente de nosotros, salté a la calle. Rodé hasta el otro lado de modo que el camión no permita a los señores de seguridad que pasen inmediatamente a capturarme de nuevo. Y corrí, corrí demasiado rápido. Escuchaba gritos de la vieja que me había comprado, y eso me motivó a seguir corriendo. No había casi nadie, y eso me irritaba. Hasta que empecé a ver el camino de tierra y un poco de casitas más adelante. Unos señores pasaron y les pregunté si eso era un pueblo y con las justas me dijeron que sí, porque salí corriendo de nuevo. Veía para atrás y me seguían aún.
Entré al pueblo y empecé a meterme entre calles, para desviarlos en cada virada. Se me agotaban las fuerzas y las piernas hasta que vi unas puertas enormes. Lo que parecía ser un garaje. Las puertas se estaban cerrando y alcancé a meterme. Al menos ahí dentro no me encontrarían.
Caminé más calmada y dentro del garaje había una casita. No lo pensé otra vez y me entré. Tenía una puerta muy pobre y con tela metálica. Había una señora dentro que no se asustó al verme. Me ofreció comida y yo se la acepté. Me dijo con señas que me vaya más adentro y llegué a la cocina donde encontré un pequeño niño. No sé quién era, pero me dio un gran alivio verlo. Estaba escondido también y le di mi salchicha que la señora amablemente me había brindado.
Había él también escapado de la señora que me había comprado. Estaba asustado en una esquina y mientras le hablaba de que se quede ahí escondido, alcancé a ver por la ventana cómo los tipos de seguridad entraban al garaje.
Le dije que se cuidara que yo los ahuyentaría y él se quedó mientras yo salí corriendo por una puerta trasera. Iba entre los carros esperando que se apartasen de la entrada por donde había entrado yo. Cuando los vi lo bastante lejos, corrí directo a la salida. Ellos me notaron y empezó de nuevo la persecución. Esta vez ellos empezaron a alcanzarme y vi un carro delante de mí. No tuve más opción y me metí y recordé las clases de mi papá y puse a andar el carro volviendo por donde había venido. Iba a toda velocidad para sacarme a los tipos de encima. Fui tan rápido que no vi una curva que estaba en lo alto. Caí con el carro y todo en una como piscina. Salí nadando a la superficie a respirar y vi unas gradas con muchas personas vestidas de blanco en ellas. Me vieron. Al momento supe que también trabajaban para la señora que me había comprado. Di la vuelta y empecé a nadar para salir de ahí, pero yo no sé nadar… y ellos ya estaban metiéndose al agua.

Me desperté.

Sueño 1


Estaba en el colegio. Era de tarde y encontré a mi hermana. Pipi me decía que tenía que le había tocado vivir algo impactante y además, era mi turno de vivirlo. Le pregunté el porqué y sólo me respondió que tenía que hacer caso a lo que me dijesen. Me pareció un tanto absurdo, pero fue cuando a lo lejos del pasillo vi una figura de un hombre vestido totalmente de negro y viéndome fijamente. Nuestras miradas se cruzaron, pero ninguno la desvió, y, por si fuera poco, me miraba como con odio. Parpadeé y ya no estaba. Genial…
Pasaron unos minutos y estaba con un señor que en mi vida lo había visto, pero trabajaba en el colegio. Me dijo que tenía que ir a la parte de atrás de un salón. Me quedé muda. ¿Por qué tenía que ir? Y sobretodo atrás de un salón donde habían puras rocas arrumadas. Me acordé de mi hermana, y sin refutar nada, fui donde me pidió.
Para mi suerte, aparte de las rocas que había, también estaba un salón que no lo había notado anteriormente. Entré, y para mi sorpresa, estaba mucha gente celebrando lo que podía ser un cumpleaños. Globos, torta, música, lo que hay en una fiesta. Estaba Pipi otra vez, pero esta vez no me recordó nada de nuestra anterior conversación así que lo dejé ir. Llegó el momento de sentarse y repartir la torta. Una señora gorda que tampoco conocía, se me acercó y me dijo algo como “Ahí está. Anda y hazle caso”. Me viré bruscamente para ver de qué me hablaba y todas las personas me quedaron viendo. La señora me sirvió y se fue y nadie hablaba. Iba a comer cuando algo me jaló fuera de la sala. No pude notar nada. Fue como si un remolino de viento me hubiera sacado de ahí. Para cuando abrí los ojos estaba fuera de la sala y oh sorpresa, ya no estaba la fiesta, ni siquiera la misma sala. Sólo las rocas arrumadas.
Me viré y vi al hombre, que ya no era hombre, era un chico vestido de negro el cual noté que casi desaparecía. No me asusté a pesar de que ya me había dado cuenta anteriormente que era un fantasma, un alma como le digo yo.
Me dijo que ya deberían haberme dicho que tenía que hacerle caso. Y asentí. Pero no sabía exactamente de qué me hablaba.
Solo indicó que lo siguiera y sí, no caminaba, él flotaba. Noté que nos fuimos por un camino con bastantes piedras, que al parecer era la parte de más al fondo del colegio. Habían chicas con otros uniformes y había un cerramiento entre todo eso. Era como una oficina con bastantes compuertas por dentro. Tenía esa película negra que recubría el vidrio y estaban trabajando.
Cuando entré, las personas me vieron, pero no al chico que iba conmigo. Él me dijo que teníamos que esperar a que todos se fueran. Y nos quedamos conversando, pero no recuerdo qué le decía. Se oscureció rápido y los trabajadores salieron, pero al momento que ellos salian, el señor que trabajaba en el colegio, al parecer un conserje, entraba y me decía que no podía estar ahí. Inexplicáblemente, el conserje vio al chico y le dijo que se fuera. El chico le dijo que teníamos que hacer algo importante y no recuerdo más. Era de noche y estábamos en esa oficina. Le dije que estaba esperando que me diga qué era lo que debíamos hacer y sólo me decía que espere.
Me fui a una esquina a ver a través del vidrio y a él lo dejé unos metros alejado de mí. Quería irme y no me importaba que me dijera que tenía que hacerle caso. Me descuidé y cuando viré la cara, el tipo se abalanzó contra mí haciéndome caer.
Me desperté.

jueves, 4 de abril de 2013

¡Hola!

Bueno no sé quién lea esto, pero igual debo aclarar de qué va todo esto. Siempre he pensado que los sueños no los soñamos porque fue al azar o porque se le dio la gana al subconsciente. No.
Pienso yo que hay algo allá que no podemos ver, que sólo se expresa a través de los sueños. Quizás no todos lo podemos apreciar así, pero he tenido una serie de sueños que me indican lo contrario. Sin más, subiré unos cuantos que he tenido últimamente.

Kurosagai.